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jueves, 12 de enero de 2012

Sobre Juan Ramón Jiménez

Hoy en día en que parece obligtorio estar conectado a las redes sociales y huir constantemente de la soledad, nos damos cuenta de que en realidad, ésta forma parte de la condición humana, de que sólo en momentos en los que nos encontramos con nosotros mismos, nos reconstruímos y constatamos que de una soledad vivida y asumida, puede surgir un gran artista.
Fue el caso de Juan Ramón Jiménez.

Preparando un trabajo sobre él me he encontrado con estas palabras:

"La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De estos dulces años recuerdo bien que jugaba muy poco y que era gran amigo de la soledad."

¿Fue entonces cuando surgió el poeta?



Parece que sí, ya que se inclinó por las letras y la lectura en el colegio de jesuitas en que estudió en el Puerto de Santa María. Como echaba de menos el ambiente familiar, se refugió en la lectura, en la pintura y en la música.
Empezó imitando a Bécquer a los 14 años y obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1956.
Sin las lecturas, la música y la pintura, claves y evidentes en su poesía, probablemente nunca se habría lanzado a escribir.
Sin aquella temprana y consciente soledad, quizás habríamos perdido al poeta.

6 comentarios:

  1. Ana María, me ha gustado mucho la entrada que has dedicado a este bello artista y la manera en la que lo has hecho. Me gusta que la soledad sea nuestra aliada para encontrarnos a nosotros mismos, ella nunca nos va a abandonar y a demás sacará lo mejor de nosotros...
    ¡Muchas gracias!
    ¡Nos vemos pronto!
    Marta Navarrete Pardo
    Magisterio Infantil
    U.P. Comillas

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  2. Buenas tardes Ana María. Creo que esta reflexión es una reflexión que como docentes, no debemos dejar a un lado. Un profesor excelente debe buscar esos momentos de intimidad donde poder encontrarse a sí mismo como profesional y, lo que es más importante, como persona. Juan Ramón Jiménez y sus bellas palabras, me sitúan en un punto de inflexión donde he de reconocer que entiendo la soledad, de la misma manera, como placer y temor.

    Un abrazo.

    Carla Bellido González
    4º Educación Infantil
    U. P. Comillas

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  3. Pues si no lo habéis leído, os recomiendo Platero y yo, cuando terminéis con los exámenes; encontraréis emociones, sentimientos, sensaciones, olores, sabores, color, sonido y silencio... para reflexionar.

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  4. Hola Ana María, me lo apunto. Me encanta la edición de 1940 que presentaste en el blog, ¡es una delicia!.

    Gracias por todo.

    Carla Bellido González
    4ºEducación Infantil
    U. P. Comillas

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  5. Sobra decir la gran riqueza que nos dejo Juan Ramón Jiménez, por lo que siempre es interesante hablar de él, pero además también hablas de la soledad y pienso que sobre este último tema también se debe reflexionar.
    Soy una persona que normalmente me gusta estar acompañada, pero al igual que mucha gente también necesito mi espacio para reflexionar.
    Mucha gente siente tristeza o miedo en compañía de la soledad. Pero esto es un error, pues es gratificante el tener gente a tu lado pero también lo es la soledad, de hecho es muy importante y debemos apreciarla.
    Si esa soledad nos permite adentrarnos en nuestro corazón y comenzamos a ser agradecidos por lo que tenemos, podemos tomar esa oportunidad que se nos presenta.
    El estar a solas nos permite conectarnos con el yo interior, y nos brinda la posibilidad de tener un espacio para la reflexión, la introspección y para conocernos a nosotros mimos. Además la soledad nos ofrece la oportunidad de desarrollar un talento como pintar, leer, escribir... es decir en compañía de nuestra soledad es donde mejor podemos dar rienda suelta a nuestra fantasía, imaginación y creatividad.
    Y aquí dejo el poema Soledad de Juan Ramón Jiménez.
    En ti estas todo, mar, y sin embargo,
    que sin ti estas, que solo,
    que lejos, siempre, de ti mismo.

    Abierto en mil heridas, cada instante,
    cual mi frente,
    tus olas van, como mis pensamientos,
    y vienen, van y vienen,
    besándose, apartándose,
    en un eterno conocerse,
    mar, y desconocerse.

    Eres tú, y no lo sabes,
    tu corazón te late y no lo siente...
    Que plenitud de soledad, mar solo.

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